Anoche terminé de leer La nostalgia feliz, de Amelie Nothomb. Estoy preparando una reseña de Los aerostatos para una revista y pensé que, dado que tiene treinta novelas escritas, valdría la pena leer algunas más para adentrarme en su prosa. Amélie Nothomb es un mundo que se disfruta recorrer, como ocurre con las autoras con una obra extensa, que a fuerza de práctica saben conformar una voz que conduce a los lectores a seguir y seguir hasta terminar el libro.
La leí por primera vez hace algunos años, por la curiosidad que incita un nombre que se escucha constantemente. Empecé con Ácido sulfúrico. Tratándose de tradiciones literarias, a la novela francesa (Nothomb es belga pero escribe en francés) me cuesta acercarme por su hegemonía; usualmente mi recelo cede paso a la admiración. Es innegable que la prosa de los novelistas franceses más populares, desde Flaubert, cultiva un estilo diáfano, como el trazo preciso que hace un calígrafo sobre papel arroz. No soy experta, pero últimamente me he acercado con curiosidad y cada nueva autora me deslumbra y me motiva a hacerme preguntas sobre mi propia manera de escribir.
Regresé a Nothomb el año pasado antes de viajar a Japón para una residencia artística. Resulta ella que nació en Kobe y pasó ahí algunos años de su niñez. Volvió a Tokyo a los 22 para buscar trabajo, y posteriormente a los 45 para grabar un documental. A partir de esos hechos escribió tres de sus siete libros autobiográficos: Estupor y temblores, Ni de Eva ni de Adán y La nostalgia feliz.
Sin intención de hacer acá un resumen o de tirar frases elogiosas al estilo de contratapa editorial, quisiera apuntar que estos volúmenes los sentí especialmente cercanos por acercarme a ellos antes y después de mi propio viaje. Una de mis mayores preocupaciones antes de visitar aquel país tan remoto era la distancia que nos separaba culturalmente; temía ser irrespetuosa sin quererlo. Creo que uno de mis mayores temores sociales es que mis actos reflejen mi ignorancia; aunque supongo que todos somos ignorantes en algo. El punto es que antes de viajar quise saber todo lo posible sobre aquel país. Me informé en libros y tomé cursos sobre su historia, cultura y religión. Con el poco tiempo del que disponía y mi lento ritmo de aprendizaje, preferí dedicarme a estos temas antes de aprender el idioma japonés.
Me gusta el tono con que habla Nothomb de algo que no le pertenece y no le pertenecerá nunca. Ella se aproxima a muchos de sus temas a través de la pasión y el deseo. Así es como nos habla de Japón. En su narración, podemos encontrar momentos donde queda claro que, más allá de su deseo de ser japonesa, sigue siento occidental con todas las limitaciones y libertades que implica. Pero el deseo le permite dejar de lado su insuficiencia, ponerse a sí misma en ridículo y vanagloriarse por el logro más pequeño. Nos contagia de la arrogante desenvoltura que solo se permite quien lo arriesga todo por acercarse a la otredad.
Envidio esa soltura: a mí me cuesta hablar de la felicidad. Al final de La nostalgia feliz, Nothomb se refiere a la última visita que hizo a aquel país, después de veinte años de ausencia: «Mucha gente me pide que les cuente. Intento responder pero lo que digo suena falso. ¿Cómo podría ser de otra manera? Me estrello contra la pared de lo indecible».
Llevo tiempo pensando en escribir sobre aquel viaje. Tengo notas, un diario, fotos, audios que grabé aquellos días. Pero algo me detiene cuando quiero volver con el pensamiento. Mis reparos se contraponen a la urgencia de hacerlo pronto, para que el recuerdo no se diluya. Todavía no tiene un año de que volví. Pero el viaje fue tan revelador, tan profundo, que no encuentro la forma de pensar en él sin dañarlo, como si mi recuerdo fuera una pequeña criatura muy delicada. Temo que, si lo toco, pueda romperse.
Y a la vez quiero escribirlo.
➤Un poco de música
Hablando de Japón y para compensar el tono grave de la entrada anterior, les comparto una canción que ayer me pasó mi novio <3. Es de un artista llamado «Ginger Root».
Ginger Root se llama Cameron Lew. El mismo llama a su música soul no-meloso de ascensor.
➤ Talleres
Les cuento que tengo un par de talleres abiertos que ocurrirán en CDMX muy pronto.
Xochimilco: Realizaremos ejercicios prácticos de escritura a partir de la exploración sensorial del paisaje. Habrá 4 encuentros sabatinos de tres horas y media, con descanso de media hora a la mitad de la sesión y agua y alimento preparado con ingredientes de la chinampa 📝💧 🍲
🗓️13, 20 y 27 de abril, 4 de mayo
⏰11 a 14:30 hrs.
Me acompañará Abel Ruiz, habitante de Xochimilco, periodista, gestor cultural, y fundador de Lacustre.
Información e inscripciones, pueden enviar correo a lacustrexoch@gmail.com




Grupo para tallerear textos de ensayo autobiográfico: Cuatro sesiones de tallereo en grupos reducidos, de ocho personas. Tendremos un espacio mixto los lunes y un espacio para mujeres (cis, trans, bi, +) el martes.
Para registrarse, es necesario tener textos escritos y llenar un formulario:


➤Resultados del sorteo
Ahora sí, ¡lo prometido es deuda!
Van los resultados de la rifa de dos ejemplares de Respirar bajo el agua en su edición argentina.
Las ganadoras son Mónica y Ana María 🎉
Después de enviar el boletín les mandaré correo a ambas para corroborar y ponernos de acuerdo con el envío.
Acá está el video del sorteo. Es la primera vez que ocupo la herramienta de números aleatorios, disculpen si doy muchas vueltas a la explicación.
¡Gracias por participar! <3
Muchas gracias por leerme, tqm. Seguimos al habla.
Me encantó leerte como siempre. Y muchas felicidades a Mónica y Ana María 🌸. Enhorabuena! :)
El descubrimiento musical de la semana+un libro+nueva autora para leer= felicidad nocturna.